Albert Gràcia
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Sobre mi
Mi nombre es Albert Gracia y vivo en Barcelona.
Me gusta tomar conciencia de las cosas que me rodean, y sentir que cada cosa que hago, también la siento.
Quizás por eso no es casual que mi profesión sea la de masajista. Este trabajo me exige sacar lo mejor de mí y así poder ofrecerlo a los demás.
Me gustan las cosas donde la creatividad sea un requerimiento y, sobretodo, que me haga sentir que vivo con coherencia con lo que soy.
Mi afición a la fotografía viene de muy lejos. Tuve la suerte de tener un padre a quien no recuerdo en ninguna salida familiar sin una cámara en la mano. Eran otros tiempos. La espera del revelado de las diapositivas (venían de Madrid) alargaban 15 o 20 días la sensación de las vacaciones. Esta fecha era marcada por el encuentro en el comedor de casa, donde veíamos las imágenes que mi padre había coleccionado todo aquel verano. Recuerdo también los reproches que alguien le hacía al fotógrafo: “me parece que los niños salen poco”. A mí, eso, me abría una puerta de reflexión: “¿por qué mi padre hace una foto de una gota de agua que cuelga frágilmente de una flor, cuando nos tiene a nosotros en el mismo escenario?” La respuesta ya la intuía: la fotografía no sólo congela instantes para el recuerdo; también congela la belleza que nos envuelve en todas sus formas. Formas que a veces cuesta reconocer.
La fotografía es mucho más que eso, claro que sí; pero para mí, fue un inicio.
La vivencia de retratar
El reto consiste, no en hacer una buena imagen para coleccionar (esto viene a ser inevitable), sino en convertir cada imagen en la consecuencia de una vivencia. Cada imagen contiene una experiencia única.
Todo empieza con una intuición que puedes sentir cuando ves a un niño comerse una manzana o viendo un neumático viejo en el fondo de un callejón lleno de basura. La belleza se muestra, a todos aquellos que la quieran ver, en todas partes y en las formas más diversas.
La escena te atrae. No sabes muy bien porqué, pero percibes como una “llamada” que te guía. Es ahí; lo sabes. Un instante casi místico. Ahora hace falte encontrarlo…
El verdadero reto está aquí. Hay que observarlo todo, y tomar decisiones. El ángulo, la luz, el encuadre, añadir, sacar… es el instante creativo, divertido, apasionante. No es suficiente cumplir con unos criterios más o menos estéticos: se requiere captar la emoción que toda escena posee, y poder transmitirla a quien mire la fotografía. Al menos, este es el objetivo.
Muchas veces todo acaba en una frustración: estaba ahí; lo sabes. Pero no lo has plasmado. Quizá no has sido lo suficientemente rápido; o lo bastante inspirado; o quién sabe… pero, algunas veces, aparece en tu visor una imagen que hace que sonrías orgulloso… La tengo.
¿Por qué la web?
Nunca me había planteado exponer mis fotografías, pero en el mundo actual, no hacerlo es casi como esconderlas. Muchos aficionados a la fotografía nos muestran cada día su trabajo y lo disfrutamos los demás. Es un regalo. Y yo quiero hacer el mío a quien lo quiera. Así veo yo el mundo
¿Y qué espero con ello? Como ya he dicho, cualquier creación espera despertar y transmitir alguna emoción. Pienso que es el noble objetivo de cualquier cosa que se hace desde el corazón. Nada más. Bueno, quizás sí… que me lo hagáis saber.